Mucho se ha hablado de los tiempos de cambios constantes e incertidumbre que se viven en las organizaciones, las cuales buscan herramientas para adaptarse y adelantarse a los mismos.

Se tiene presente que los procesos, cultura, talento y liderazgo son claves para el equilibrio y buena marcha de las empresas. A partir de ello se han propuesto diversos tipos de diseños organizacionales y culturas que apuntan a formar equipos siempre listos para lo inesperado bajo lineamientos probados y medidos.

Así hemos llegado a la creación de organizaciones responsivas, lo suficientemente ágiles y eficientes para afrontar los retos que el ambiente exige. En algunos casos, a este tipo de organizaciones se les ha sumado el design thinking como la herramienta que ayuda en el cómo enfrentar las problemáticas. Esta metodología se instala en la misma cultura de los equipos para lograr obtener un enfoque en el usuario y que desde ahí los procesos evolucionen.

Pero, ¿qué pasaría si empleáramos el design thinking para diseñar la cultura apropiada para nuestra organización? Es decir, no sólo instalarlo como herramienta para el enfoque en el usuario, sino lograr crear una cultura propia, centrada también en los equipos, en las personas con las que colaboramos.

El design thinking tiene el alcance apropiado para lograrlo, sus 3 fases básicas -inspiración, ideación e implementación- pueden llevarse al interior de las empresas de tal forma que cada departamento o toda la organización logre determinar procesos, roles, comportamientos, ritos, retos, reconocimientos y herramientas adecuadas para su gestión y comunicación.

A su vez, para agilizar el diseño de una cultura propia, la metodología LEGO® Serious Play® facilita la empatía y colaboración entre las personas, lo que abrirá el diálogo y activará la ideación a nuevas y mejores prácticas para los equipos.

Darle lugar a la particularidad de cada organización es reconocer a los equipos que la integran y formar un compromiso más sólido, ya que son ellos los que crean su propia cultura. Los líderes, en este caso, marcan el propósito y objetivos de la compañía.

Así como las marcas, productos y servicios hoy se co-crean con los usuarios, ¿por qué no diseñar las culturas organizacionales a partir de las personas que las viven? Seguramente esto ayudará a cumplir uno de los mayores dolores de cabeza de los líderes, la alineación de equipos bajo un mismo propósito.